10 de septiembre: “La gente busca desesperadamente una manera de hacerse oír”

¿Ves el llamamiento a "bloquear todo" el 10 de septiembre como una continuación del llamamiento de los chalecos amarillos?
El paralelismo me resulta bastante obvio, porque la ira que se extendió por el país en 2018 no ha disminuido desde entonces; solo ha aumentado. Para los chalecos amarillos, todo empezó con una chispa: un aumento del impuesto al combustible. Hoy, presenciamos un fenómeno similar con la posible eliminación de dos días festivos.
La ira suele surgir de un elemento tangible, percibido como injusto, con la idea recurrente de que siempre pagan los mismos impuestos. Con cada elección, el poder en el poder se ve cada vez más cuestionado, sobre todo por sus políticas liberales, y sin embargo, nada cambia.
Emmanuel Macron y su primer ministro, François Bayrou, persisten en esta política injusta, favoreciendo la reducción del gasto público, que afecta directamente a las clases precarias y medias, mientras evitan gravar a los más ricos.
A pesar de una larga e intensa movilización, el movimiento de los chalecos amarillos no logró resultados concretos. ¿Teme que esta situación se repita?
La principal diferencia con los chalecos amarillos es que, siete años después, los manifestantes tienen legitimidad tanto en la calle como en las urnas, a diferencia de 2018, cuando Emmanuel Macron aún podía contar con su legitimidad electoral. Hoy, ya no tiene legitimidad democrática, y mucho menos para imponer este presupuesto de austeridad o llevar adelante sus políticas.
El gobierno de François Bayrou es minoritario. Basta con observar los resultados de las elecciones legislativas posteriores a la disolución: los votantes optaron por elegir a dos tercios de los diputados opuestos a sus políticas. Pero Macron ha decidido no escuchar.
Si hubiera querido reflejar los resultados electorales, Emmanuel Macron debería haber nombrado a alguien como Lucie Castets como primera ministra Matignon. Prefirió formar gobierno sin mayoría. Bastaría con que la Agrupación Nacional y el Partido Socialista dejaran de traicionar a sus votantes y votaran a favor de censurar al gobierno de Bayrou para que todo se detuviera. Sin esta complicidad, este gobierno sería imposible.
Uno de los principales objetivos del movimiento podría ser derrocar a este gobierno y obligar a Emmanuel Macron a considerar los resultados de las últimas elecciones. Existe el deseo de una organización autónoma, pero si los sindicatos desean unirse al movimiento con este objetivo, serán bienvenidos, siempre que no repitan el error de 2018-2019 y convoquen de inmediato una huelga general.
¿Este nuevo llamado refleja una profunda división entre el pueblo y el poder político?
Sí, y esta desavenencia con el pueblo se remonta a muchos años atrás. En 2005 se celebró el referéndum sobre el tratado constitucional, cuyo resultado fue ignorado.
Y cuando los ciudadanos se movilizan, como durante el movimiento de los chalecos amarillos , son masacrados, por la policía pero también en los tribunales.
Esta es la realidad de nuestro país: se niegan los resultados electorales, la gente siente que votar ya no sirve de nada y que protestar se ha convertido en un riesgo físico. La gente busca desesperadamente una forma de hacerse oír.
Take Back Power , de François Boulo, publicado por Les Liens qui libèrent, 2022.
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